En la plaza de la Maddalena se abre el pórtico de la iglesia de Santa Maria Magdalena, reconstrucción del quinientos-seiscientos de una precedente construcción de culto dedicada a la Santa y de la cual tenemos rastros desde el 1150. Si la estructura es un bello ejemplo del barroco por obra de Vannone, la decoración es prevalentemente del setecientos: los frescos en las bóvedas son en su mayoría obra de Galeotti y de su aprendiz Betti. La iglesia da el nombre al barrio Maddalena, barrio del centro histórico de Génova, antiguamente uno de los seis en que estaba dividida la ciudad, colindante con el Molo en levante, con el de Prè al ponente, y San Vicenzo al sur.