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Génova para todas las estaciones

Genova per tutte le stagioni

Génova para todas las estaciones 

Una ciudad para todas las estaciones. Igual pero diferente cada día del año. Y que en cada estación se expresa al máximo con una paleta de colores diferente. 

El verde de la primavera, por ejemplo. Adornado con los tonos rojos y rosas de su rosaleda en los Parchi di Nervi y la floración de las camelias del Parco di Villa Pallavicini.  Es sin duda la mejor estación para estar al aire libre y disfrutar de todos los matices de las actividades en plein air que ofrece la ciudad. Como las excursiones que parten del centro de la ciudad y suben por las creuse —las características callecitas empedradas cuesta arriba— que conducen al Parco delle Mura, un balcón verde sobre la ciudad que alberga el poderoso cinturón de sus fortificaciones del siglo XVIII.  Durante siglos baluarte de protección de la ciudad, los fuertes de Castellaccio, Sperone, Begato y Diamante son hoy monumentos y miradores a los que se puede llegar a pie, haciendo running o en bicicleta de montaña. Pero el ambiente al aire libre también se refleja en los tonos del azul del mar de un paseo por el nuevo Waterfront que, dentro de poco, permitirá caminar sin encontrar un solo cruce de peatones por todo el litoral genovés, desde Porto Antico hasta el característico pueblo de pescadores de Boccadasse con sus casitas de colores aferradas a las rocas. 

Todas las tonalidades del azul del mar y del azul del cielo son igualmente distintivas del verano, cuando Génova también se ofrece como localidad balnearia, algo que incluso por sí solo la convierte en una excelente opción como destino turístico. A pocos minutos del centro, Génova es un conjunto de preciosos tesoros y bellos rincones. Oasis de tranquilidad a los que se llega cómodamente en transporte público: tren, barco o, para quien lo prefiera, incluso en bicicleta.  Vernazzola y Boccadasse, encajonada entre las casas de colores pastel y las barcas de la pequeña playa; Nervi, enmarcada por el paseo marítimo que serpentea por los acantilados; Quinto, Quarto, Pegli y Voltri. Además, en verano es un auténtico placer darse un chapuzón o tomar el sol disfrutando de las playas libres o equipadas, o los establecimientos balnearios

Para una escapada refrescante de las temperaturas del verano mediterráneo, siempre quedan a mano los bosques que recubren sus colinas, en un interior inmediato que también se puede explorar con el histórico ferrocarril de vía estrecha de la Ferrovia Genova-Casella, que conecta el Parco delle Mura con el centro de la ciudad. 

Sus vagoncitos blancos y rojos forman un colorido tren que parece de juguete, pero que es el ferrocarril histórico aún en funcionamiento mejor conservado de Italia. 

Otoño. Los días se acortan y se desvanecen en el gris de los húmedos vientos marinos que traen la lluvia.  Pero el centro histórico siempre es un cálido y colorido laberinto de callejuelas y plazuelas en las que perderse y reencontrarse, donde la luz del sol entra siempre en ángulo. Y donde los numerosos comercios históricos son oasis de luz en los que disfrutar de un café con galletas y pasteles o un semifreddo di panera. La temporada cultural de la ciudad entra en su apogeo con las muestras y conferencias del Palazzo Ducale y las exposiciones de los Musei di Genova, que, con sus colecciones permanentes, empezando por los Musei di Strada Nuova ubicados en los históricos Palazzi dei Rolli, encantan a los visitantes con su esplendor hasta la hora del cierre, que siempre llega demasiado pronto. El Museo di Arte Orientale Chiossone y el Museo delle Culture del Mondo di Castello d’Albertis son buques insignia cuyas ricas colecciones, únicas en Italia, debemos a la inquietud cosmopolita de los dos viajeros genoveses que les dan nombre.   Y todo lo demás es rojo. El de las hojas de sus parques y el de las puestas de sol que incendian de rojo los tejados de pizarra del casco antiguo vistos desde la Spianata Castelletto. 


Las mejillas enrojecidas por la tramontana y la alegría de las luces de todos los colores de los mercadillos navideños que pone freno a la oscuridad de los días más cortos del año. Incluso en invierno, Génova es un antídoto válido contra los inconvenientes de una estación que en el imaginario colectivo parece la menos adecuada para las vacaciones y el tiempo libre fuera de casa. Su habitual oferta cultural también nos acompaña en esos cortos días en los que el ambiente de la ciudad empieza, poco a poco, día tras día, a cambiar y a volverse más expectante ante las fiestas en las que nos acurrucamos con familiares y amigos, y que culminan con los actos del Año Nuevo genovés, que nos llevan al nuevo tiempo del año que comienza.  Los días a menudo están barridos por un viento que se lleva todas las nubes regalando un cielo y un mar azul cristalino.  Y que trae de vuelta por sorpresa el suave clima del mar de Liguria, concediendo a los más atrevidos la emoción de un chapuzón fuera de temporada, uniéndose a los valientes genoveses que practican el llamado desafío invernal.   Días que son muestras de una hermosa estación que no termina nunca realmente. Y que, de todos modos, volverá pronto, de hecho, muy pronto. En un mes, una semana, no, un día. Mañana ya es primavera.

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