Génova es una ciudad vertical, engarzada entre los montes y el mar, entre barrios empinados y deliciosos arrabales marineros. Es una sucesión de encantadores paseos diseminados a lo largo de la costa y de empinadas creuze (callejuelas enladrilladas), que se encaraman en las alturas y descienden de manera vertiginosa hasta zambullirse en el mar.

Hay muchas maneras de vivir la “verticalidad” de Génova, múltiples ocasiones para saborear su insólita geografía y disfrutar de espectaculares panoramas.

Admirar el skyline de la ciudad y sus actividades portuarias desde el mar, desplazarse en barco a lo largo de las alegres localidades de la costa, permite entender el profundo vínculo entre Génova y el mar.

Desde el mar nos movemos rápidamente hacia las alturas lujuriantes y pródigas de impresionantes escorzos panorámicos.  Ascensores, funiculares, cremalleras y el famoso Trenecito de Casella, garantizan fascinantes viajes, sumergidos en ambientes bucólicos y eternos.  

Los amantes de las caminatas podrán disfrutar de la experiencia de la subida paseando por antiguas creuze  y senderos, rodeados por las fragancias y los colores de la naturaleza o podrán transcurrir media jornada al aire libre para descubrir los Fuertes de Génova, preciosos testimonios de uno de los sistemas de defensa más vastos de Europa.

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