Le Confraternite: una gran tradición que viene de lejos
Le Confraternite (del latín cum fratres, o “con los hermanos”), grupos de personas reunidas bajo forma religiosa en asociaciones laicas con una finalidad espiritual y caritativa, eran una realidad ya presentes en los primeros siglos del cristianismo, asumiendo una forma más concreta durante el periodo Carolingio y a lo largo del siglo X.
Cada una de las Confraternite (Cofradías o Hermandades), sobre la base de la propia existencia. Éstas desarrollaban su actividad religiosa con un altar o en una capilla propia y algunas veces, además, con una iglesia; Los confratelli (cofrades) se reunían en un lugar preseleccionado bajo la guía del “Priore” de la propia Cofradía y de un eclesiástico.
En general las Cofradías se dedicaban a promover diversas formas de culto (ceremonias religiosas, plegarias, cuidado y ornamentación de espacios sacros, procesiones, etc.); además de asistir a los cofrades enfermos y organizar funerales (para los confratelli y también para los extraños en situación de pobreza), hacer visitas a detenidos, confortar a los condenados a muerte, pedir limosnas para las necesidades extraordinarias de la comunidad, o proveer de dote a matrimonios y a las chicas huérfanas en situación de indigencia.
En el Siglo XIII tuvieron una gran difusión, encontrando siempre un mayor seguimiento en la línea de Francesco de Asís y las “Órdenes mendigantes” que predicaban y aplicaban la exigencia del retorno a la pobreza evangélica y el ejercicio de formas de penitencia. En el contexto de 1260 se formó en Perurgia, Bajo la guía de Raniero Fusani, el movimiento llamado “dei disciplinanti” (“battuti” o “flagellanti”) que a gran velocidad se extendió en todo el territorio italiano dando empuje a la constitución de numerosas Cofradías, en las cuales, aparentemente, se empeñaban a practicar formas de penitencia: abstinencias y diversas formas de “mortificación del cuerpo”.
El nombre de “flagellanti” viene propiamente de las flagelaciones, así como la de “battuti” dalle battiture (pegarse), en las que los cofrades se infligían en sus propias carnes y versando su propia sangre para emular la Pasión de Cristo.
La Navidad del 1260 Sinibaldo degli Opizzoni, ya rector del pueblo y perteneciente al movimiento de los “fratelli di penitenza”, llegó a Génova con un gran numero de “Disciplinanti”; suscitando curiosidad en un inicio, pasando al estupor y posteriormente a la conmoción y también a la participación activa:
Con el paso del tiempo, i disciplinanti se fueron moderando tanto en el comportamiento como en el vestir y las Cofradías empezaron a ser nominadas a los santos que seguían, ligados a la ciudad y con los que se mantenían relaciones sociales. Efectivamente normalmente los cofrades pertenecían a una misma clase social o desarrollaban el mismo trabajo, es por esto que las Cofradías comienzan a sumir el rol de “Arti” (Artes) proporcionando un apoyo social.
Entre 1480 y el 1582 en Génova existían hasta 134 Cofradías; desde 1587, el arzobispado de Génova encarnado por Antonio Sauli invitó a las Cofradías genovesas a atenerse a las normas impuestas en el Concilio di Trento (1545 - 1563) .
Tras lo acordado en el concilio, se difundieron las grandes cajas procesionales, frecuentemente realizadas por importantes artistas como A.M.Maragliano, escultor de fama y autor, con su “bottega” (tienda) también de espléndidas figuras de pesebre genovés de la época barroca. Sobre la caja procesional, una o más estatuas, muchas veces a medida real en las que se escenificaban escenas de la Pasión o eventos milagrosos referentes al Santo patrón de la Confraternidad y al que bajo el nombre del Oratorio (la “Casaccia”), dónde tiene la sede.
A finales del siglo XVIII las Cofradías permanecieron englobadas en los acontecimientos históricos, políticos y socio económicos invirtiendo en el desarrollo de la ciudad.
Las leyes napoleónicas abrieron camino a la progresiva dispersión del magnifico patrimonio constituido por los Oratorios, con sus mobiliarios, pinturas e instrumentos procesionales. Pero la tradición no cayó en el olvido encontrando nuevos espacios de expresión y nuevos campos de proyección.
Las Cofradías que operaban bajo la jurisdicción de la Archidiócesis genovesa eran 180. En total se calcula que podían ser 200 las procesiones en las que tomaban parte, de la primavera a noviembre.
Las procesiones de las Casacce son todavía hoy una cita extendida.
La noche de jueves santo Giovedì Santo la processione dei confratelli (La procesión de las Cofradías), iluminada por las velas de los participantes se detiene en las siete iglesias de la ciudad medieval para visitar sus famosos sepulcros.
El 24 de Junio, Fiesta de San Giovanni Battista, toda la tarde se anima por la gran procesión que parte de la catedral para llegar al Porto Antico, en el cual participan las antiguas Cofradías con sus magníficos vestidos y sus grandes crucifijos barrocos.
Durante el transcurso del verano, con una frecuencia semanal a partir de la Festa dell’Assunta (15 agosto) se suceden los domingos, uno tras otro hasta a mitades de septiembre, con los tradicionales peregrinajes de las Cofradías de Ponente al santuario de Nostra Signora dell’Acquasanta. Los cofrades marchan a pie desde el santuario portando en brazos, también la famosa “Scala santa”, y sus enormes y pesados crucifijos barrocos, así como sus artísticas cajas procesionales.
El 29 de agosto, las Cofradías se entregan en peregrinaje al santuario de Nostra Signora della Guardia por la famosa fiesta dedicada a la Madonna protettrice (Virgen protectora) de la ciudad de Génova.
Los Cristi (Cristos), es decir los grandes crucifijos que son llevados en procesión, con los canti dorati que adornan las extremidades de los brazos, pesan como mínimo un quintal cada uno. Algunos de ellos llegan a pesar hasta 120 y 160 kg. Los Cristi más preciosos, del siglo XV, se mantienen igualmente en los oratorios.
De los otros 500 Cristi , propiedad de las Cofradías genovesas, una parte son obra de los Rungoldier, una dinastia de escultores trentinos especializada en la materia. Merece recordad aquel de A. M. Maragliano; y el célebre Cristo nero esculpido por Bissoni en 1610, in legno de Azofaifo.
Los “Scoppi di mazzette” dei canti – especie de coronas de flores y campanillas hechas por hojas metálicas plateadas, sino en filigranas de oro y plata – se han situado en la extremidad de los brazos de las cruces.
Al Cristo vienen aplicadas las Sfera (Coronas) con los raggi (rayos) sobre la cabeza y el Fiocco (en tejido dorado) ligado al costado.
Las Cajas procesionales se llevan en brazos o en hombros. El Capocassa (jefe de la Caja) señala el tempo con un martillo: un golpe es la señal de paro, dos golpes señalan el cambio (pudiendo ser “al volo” (al vuelo) de un portador a otro, o detenidos, apoyando la caja en el suelo).
En la Acquasanta, cuando los portadores llegan a la cima de la Scala Santa, es tradición saludarla con disparos de trabuco como saludo a la iglesia y a los fieles; tradicionalmente los fieles sostienen la caja al aire una o dos veces.
Los Portoei son los portadores que sostienen la cruz (sin tocarla nunca con las manos).
Gli Stramuoei son los responsables de la hermandad encargados de pasar la cruz de un portador a otro para hacer el cambio; los Stramuoei agarran el mantinente (un mango horizontal situado al lateral de la Cruz) y lo elevan de golpe para llevarlo en cuppin de otro portador.
Los cofrades se endosan cappe (capas), el color de las cuales diferencia cada una de las Cofradías a la que pertenecen. Largas hasta el suelo y ya sin apertura a la espalda que permitía exponerlo a las flagelaciones. Éstos puedens ser de tela en vez de tejido de saco y las capas vienen ajustadas al costado con el cingolo. Los protadores de los Cristos llevan correas y fajas protectoras, y cinturones de cuero con el crocco para mantener firme el asta de la cruz; delante del crocco hay el cuppin (un soporte en forma de copa) dónde se inserta el pessin, es decir, el pie del asta vertical de la cruz.
Para cubrir las espaldas, sobre la Capa, los cofrades llevan el tabarro, una mantelina en terciopelo bordado sobre la cual despuntan los rangos desenvueltos en la Cofradía. Sobre la cabeza llevan la capucha, llamada Boffa, que en un tiempo cubría también la cara con dos agujeros a la altura de los ojos.