Pànera
Entre los magníficos caruggi, los antiguos y nobiliarios palacios de los Rolli, la catedral y sus plazas, Génova os regala auténticos sabores como la exquisita focaccia o su atemporal pesto, pero si queréis atreveros a más entonces sumergiros en la cremosa Pànera, un postre único e inconfundible, un placer sublime que los dioses lamentan nunca haber probado.
No lo confundas con un helado simple y no lo llames un semifrío porque la Pánera es inimitable. Cuando entres en una heladería artesanal, simplemente pide la Pànera, y disfrútala como hacen los genoveses, en oblea o en copa, a la orilla del mar o ante sus maravillas, dejándote llevar por la magia que te regalará. Y entonces entre el sueño y la realidad podréis decir que habéis visto Génova con el deseo de volver pronto y reajustar esta delicadeza.
Tres sencillos ingredientes, como el café, la nata y el azúcar, aportan una delicada, espumosa y esponjosa crema en un superlativo juego de equilibrio.
Su origen se pierde entre el mito y la leyenda, nacida probablemente por error de un mozo que derramó, quien dice por un accidente, quien equivocando ingrediente, café sobre nata montada. Su nombre no se conoce, como en las mejores tradiciones envueltas en el misterio, pero ciertamente su invención sigue seduciendo a los paladares más exquisitos. Las primeras noticias, acreditadas, se remontan a mediados del siglo XIX cuando se publicó por primera vez la receta.
La Pànera hoy está incluida en la Lista nacional de productos agroalimentarios tradicionales del Ministerio de Políticas Agrícolas y Forestales.